
Así se estuvieron varios días; el único cambio que se notó en ellas fue que comenzaron a hacerse más oscuras, hasta que fue evidente que pequeños puntos negros en su interior aumentaban de tamaño día con día.
Ayer en la noche, nacieron los pequeños. No sé a ciencia cierta qué son, ni quiero aventurarme a adivinar por ahora (por temor a que mi profesor de Artrópodos lea esto y se decepcione de la baja calidad de mi atención en clase). Lo único que hice fue divertirme tomándoles fotos de bebé que después usaré para avergonzarlos cuando sus amigos nos visiten en la casa.
Eran 14 huevos originalmente, pero uno nunca se decidió a nacer. Ahora vive en el limbo de los insectos, lugar que nunca fue borrado por el Papa de los insectos (bien hecho, papa):
Hay nueve que son muy buenos amigos:
Uno que duerme por desconsuelo:
Otro que sólo contempla el mundo:

Hay nueve que son muy buenos amigos:

Uno que duerme por desconsuelo:

Otro que sólo contempla el mundo:

Éste se la pasa bomba boca arriba:

Y uno que no se quedó quieto durante la sesión de fotos. A éste le puse Roberto.
Corre, Roberto:

Cuando crezcan lo suficiente, los dejaré partir con todo el dolor de mi páncreas. Pero estaré feliz porque sabré que vivirán sus vidas realizados y exitosos en el árbol de la esquina.
