domingo, septiembre 21, 2008
Las palabras vacías
Hace poco terminamos de montar La Cantante Calva de Ionesco. Es una obra que me gustó mucho, no sólo por la locuacidad que Marco nos permitió imprimirle, sino por el mensaje que la obra transmite. En esencia, la Cantante Calva es una gran crítica al lenguaje. Pero no al lenguaje como herramienta para comunicarnos, sino al lenguaje como rutina, al lenguaje vacío. Después de ensayarla algunas veces, y de reflexionar sobre la obra, me puse a observar cuánto lenguaje vacío uso y me sorprendió encontrar que es mucho más de lo que pensaba. Al caminar por los pasillos de la facultad y encontrar a algún conocido siempre se reproduce la misma plática: "¿Qué onda?", "Hey", "¿Cómo estás?", "Bien ¿y tú?", "Bien, también. Corriendo", "Sí, ¿verdad?", "Hey...", "Bueno. Ahí nos vemos", "Sale, bye". Y al final, ¿qué nos dijimos? Nada, absolutamente nada. Bien podríamos haber intercambiado las frases por números al azar, y la conversación habría valido para lo mismo. Siempre es cuestión de un "A" seguido de un "B" que precede a un "C" y así, así, así. ¿Cuándo tiene un "'¿cómo estás" verdadero valor? Pocas veces de verdad estamos interesados en el estado anímico de las personas a quienes a diestra y siniestra les soltamos un "¿cómo estás'". Y lo que es peor. En menos ocasiones, nuestros interlocutores nos responden con sinceridad. Un "bien, gracias" es la mejor salida. Pero no estamos diciendo nada. Este tipo de conversaciones se han convertido en nada más que un ritual. Un ritual con tan poco sentido como cualquier otra convención social. Conozco a pocas personas que le impriman verdadera intención a sus "¿cómo estás?". Se nota cuando hay un tono de real curiosidad, preocupación o simple atención y eso siempre es grato de oír. Para ellas reservo mis verdaderas respuestas.
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